Ayer. Siempre ayer.
Con los versos en la punta de mi pluma
el latido de tus cuerdas hizo el resto
Notas claras, comunión de guante blanco
entre dos. Apresurados y fieros
Ayer. Siempre ayer.
La vida se me fue en la dulce noche
de los besos de hojalata y de los cedros
Por las vías de mis vidas perdí el paso
en la estación del Alba, de nuevo, compañero
Ayer. Siempre ayer.
Reivindico mi sed con agua de sus mares
despertando en estertores de sediento
Exploraba entre columnas de albastro
y mis manos se perdieron. Se perdieron
Que ayer. Siempre ayer
y solo en esta madrugada de hoy, tan imposible,
se impuso la renuncia del mañana
Pues de ayer hemos de vivir
Si aún nos han de devorar cien noches más oscuras
y sábanas más frías
que luego, tal vez siempre, sean ayer