martes, 23 de abril de 2013

DIMINUTA MANO



¿Cómo he de amarte de pronto,
oh mano tan pequeña?
Cómo ser invadido de aroma fiero,
amargo de leche, fruta y vida nueva

Quizá porque tus dedos buscaban,
rebuscaban y encontraban
las imposibles escenas de un Ahora aletargado
Tal vez el tiempo te guíe con su pluma sin memoria
a descubrir e interpretar
las cosas aprendidas
en el libro 
que solo halló un principio
De los finales jamás somos señores
pues la pasión siempre es roja.
Es guindilla

Mano diminuta que acaricias los labios
que un día emborracharon
a quien tanto fue querida
con besos todopoderosos

La vida siempre tiene un regalo más allá
del tenerla y no llegar
Y no llegar nunca a tenerla
son mil lluvias de sol
y un abrigo en retirada

No me mires tan serenamente
Mírame siempre, niña,
carne de mi deseada carne
que no habrá amor más imperfecto
que el que casi te cuesta la sonrisa,
la mirada,
la vida, vida mía

Mancha, escupe, vierte
mil lágrimas o babas o mejunjes
que aún he de estar la noche entera
revisando el barro de mis botas
cansadas, sorprendidas

Vete.
Que la vida te dio vivirla a cada instante
con quien hace del día noche,
eclipsa mis derrotas
y escancia la esencia de lo que importa
con cada parpadeo

Y si solo fueras tú







martes, 16 de abril de 2013

SER POR UNAS HORAS UN ENAJENADO



Bajo la cuesta que a tu puerta vierten
mis afanes locos de pelear contigo
Las orillas de este océano frío
sin luz ni corales donde indefenderse

No podría explicar, si alguien me pidiera,
el baile sensual que pliega tu ropa
Danza tu vestido sobre las caderas
Mueren mis temores, tiembla la memoria

Sentir tu llamada, insomne, en la distancia
es anhelar ungirse de mortal pecado
Acudir a ti sin alma o coraza

cubierto con vendas de resucitado
Jugarme mis fichas a una sola baza
Ser por unas horas un enajenado


domingo, 7 de abril de 2013

SONETO INESPERADO


Andaba revestido del coraje
aquel que intenté echar sobre la pena
La ufanía cobarde del que queda 
sin ver más horizonte que el pillaje

Traído por vientos inesperados
de hielo. Me pilló desprevenido
el eco de su olor de torbellino.
De lágrimas los recuerdos disparados,

mas todos se quedaron. Aún no es hora
La vida desalmada bien se cobra
con lenta pulcritud demoledora

Las hojas ocres que en noches desvirgo
no arderán en hogueras sino es conmigo 
Los demonios desordenan mis latidos