Andaba revestido del coraje
aquel que intenté echar sobre la pena
La ufanía cobarde del que queda
sin ver más horizonte que el pillaje
Traído por vientos inesperados
de hielo. Me pilló desprevenido
el eco de su olor de torbellino.
De lágrimas los recuerdos disparados,
mas todos se quedaron. Aún no es hora
La vida desalmada bien se cobra
con lenta pulcritud demoledora
Las hojas ocres que en noches desvirgo
no arderán en hogueras sino es conmigo
Los demonios desordenan mis latidos
Entiendo que es una pequeñísima batalla perdida. No la guerra. Habrá que revestirse otra vez y comenzar . Como siempre me ha encantado, aunque refleja tristeza y melancolía.
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