(y cómo la soledad encuentra refugio en el ascenso a las últimas nieves del invierno)
Ya no temo declarar que amo tu ausencia
Aun en esta incipiente primavera
El viento helado
Y este móvil con sordina
Aburrido, burlón y despiadado
Cuando campos y arroyos me recuerdan
Aquel pródigo deshielo de tu huida
Mi corazón montañero entre las rocas
Brama fieramente, mas se mueve
Y aterido
Se vierte y desemboca
En desiertas veredas.
En fiestas y en amigos
Y cuando en soledades se derrite
Aun entonces yo declaro amar tu ausencia
La muerte auxiliadora acudió presta
A los hielos añorados de El Nevero
Mas no así a las tierras bajas donde habito
Lágrimas de duelo en torrentera
Rizos dulces que ya besan mis embalses
Y aun así debo admitir que amo tu ausencia
Quizá cuando el verano nos golpee
Con un julio abrasador y descarnado
Y aquellos verdes, amarillos y violetas
Mueran en la tierra yerma y ocre
Tal vez entonces tu ausencia ame a mi alma
La reclame y ya no quiera devolverla
Quede lejos una nueva primavera
Y ni todas las lágrimas
Imaginarse puedan
El colmado de las breñas y los prados
Densa sangre que da vida a mis arterias
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