Este poema está dedicado a Soledad (Naná), mi madre, la abuela de mis hijos y sobrinos, por toda su ternura y su entrega descomunal y desinteresada.
Tengo tanto que agradecerle que ni todos los libros que pudiera escribir serían homenaje suficiente a la que nos libró de tantos males con su amor.
(Para Naná:
Plata de tiempo
Piel repujada
Disipa la niebla
sobre nuestros miedos
con ojos de sabia)
Con querencia de Naná,
pues nunca sacian, apremiantes y voraces
las horas esquivas
Camina nuestra herencia la encrucijada imposible
de amores circulares
Entretanto,
con ritmo despiadado
desperezan sus esencias
entre lecciones de ternura de aquella que tanto quiso,
que tan bien quiere.
Destronando del narciso su amarillo
con sus trémulos y amados bumeranes de caricias
Lo que entregan nos vuelve acelerado
Insólita, poderosa sinrazón de un Amor
más pertinaz que el sucio cáliz
donde las sombras que con saña nos poblaron
agarran la balanza y nos golpean,
ciegas de tristeza,
iracundas e impotentes
Mas no nos herirán, pues tanto amamos.
Ya la madre nos regaló
lo inmortal de su ternura
y el abismo de sus manos
Genial me ha encantado. Valiente y brillante, como siempre.Tona
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