Este poema está dedicado a las personas que han hecho posible Valenciso, la mejor bodega de mi mundo.
Narra la evasión del que visita y cata este maravilloso vino, viajando de la meseta a la barrica.
Apenas
Noviembre ya atardece
Me escarcho y desespero
Viajo y sueño
aturdido por la bilis del camino,
pues amargos elixires eligieron nuestra bota,
compañera de un sendero
asaeteado de hambres y de sedes inmortales,
mutándola en jirones cenicientos.
Mientras sombras carroñeras ensombrecen a los hombres
yo vuelo,
entre la meseta y mi destino,
por desprenderme de las horas asesinas,
los aromas de la sangre lenguaraz
Al anhelo que apacigua mis locuras
dirijo el horizonte de mis cuencas
Largo tiempo buscadoras de reposo
Del regreso al tañido del sarmiento en mis pupilas
da fe mi paladar, sediento navegante de los cauces
Latidos que alentando mis menguantes fortalezas
disipan esas vidas que nunca merecí
A lo lejos se dirían cadenciosos,
cuan zorzales entre meandros de vereda,
a la sombra de musgosas espadañas
Y entre todas
te distingo, Valenciso, en mi llegada
Larga lengua de tejas ocres
que apenas lame la tierra,
la cual, arañada por las garras de un dios siempre fecundo
deposita lágrimas de sangre reencarnada
Y me pruebas
Y me dejo
Y abandono los raspones de los tiempos de amargor
para entrar en el aroma inexplicable
de la seguridad
de los días donde nada hay que perder
El sabor de todas las vidas
Las que vivieron otros mientras el sueño
cubría las barricas donde duerme mi aliado
Bien saben mis recuerdos
que detrás de este letargo
de velado parpadeo,
fugaces pensamientos buscan nombre
O quizá ser enterrados por la razón
que lucha por volver a ser la dueña
de vocablos y suspiros
Tu contacto en mi garganta polvorienta
aviva las palabras enmohecidas
que hoy tal vez pronunciaré
Y el crepúsculo de tu beso entre mis sienes
reverdece la derrota y la mancilla,
pues no en vano tu victoria era esperada
Por el relente acariciado
Reverente al fin ante tu fuego
me regreso a los afanes
con la paz que siente un dios recién saciado
Dejando mis sueños en la siembra
Reposando en su abandono
entre húmedas maderas.
Las perlas de tus sótanos
aún han de aguardar la primavera de mis días
Cuando regrese de nuevo al terruño
del que mi corazón nunca salió
O así lo pretendía