El ácido
perfume de la piel de mi abuela
La voz del
viejo vinilo: todos a los botafuegos
El olor a
pan tostado por mi padre
El tacto de
la cuerda lisa
Los bailes
flamencos de las niñas
Los
villancicos del abuelo
El sabor de
la sopa de sémola
Las manos
moradas de nieve
Tú has
venido a la orilla
Los colores
de las tiendas de Ponzano
La paga del
domingo
Las manos de
mi madre
El sabor a
carnalita
Las sábanas
gélidas de Los Molinos
Las
cosquillitas de la madrina
El aroma del
vapor de la plancha
La vida sin
mirar la sangre en las rodillas
Todos estos
lugares comunes de mí mismo me acolchonan en las horas en que el aliento
implacable de tu ausencia me respira
¡Qué bueno! Me ha encantado. Yo añadiría el olor a colegio, tan peculiar y penetrante. Es cierto que todo lo que describes reconforta a la vez que sosiega el ánimo.Estaba estudiando cuando he decidido entrar en tu blog. Me he alegrado de encontrar un poema nuevo publicado. Poco a poco. Gracias por la letra.
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