Un
desahogo no es un poema propiamente dicho. Es ese estornudo que alivia
el repentino picor de nariz, el breve grito que te descarga al final del esfuerzo, la arcada que templa tu estómago...
A lo mejor ni siquiera debería llamarse poema, pero ¿quién puede juzgarlo...?
Allá va el undécimo:
Me llamaba
Oh, sí, me llamaba
Y con qué urgencia lo hacía
Mas tanto debí correr
que llegué antes de salir
Si aún no ha llegado
¿Dónde está ahora?
Ya supongo. He de esperar
Pero es que hay tanta gente corriendo…
y tantos otros llamando…
Y yo ya estoy cansado
A lo mejor ni siquiera debería llamarse poema, pero ¿quién puede juzgarlo...?
Allá va el undécimo:
Me llamaba
Oh, sí, me llamaba
Y con qué urgencia lo hacía
Mas tanto debí correr
que llegué antes de salir
Si aún no ha llegado
¿Dónde está ahora?
Ya supongo. He de esperar
Pero es que hay tanta gente corriendo…
y tantos otros llamando…
Y yo ya estoy cansado
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