Publico al mismo tiempo tres posibles cartas a amores viejos. Que cada cual escoja la suya, o el trozo que más se ajuste. Y que no la mande...
Querida amiga mía:
El paso de los años…
¿…o acaso sólo meses?
Poco importa
Si entonces no medíamos el tiempo
tampoco debería hacerlo ahora
Aunque esas manecillas dando vueltas
cada día que pasa
se me antojan mucho más como puñales
Mas no lo dejo pasar
pues preciso ser certero
Así que recomienzo:
Querida amiga mía:
El paso de las vidas
dejó en triste penumbra
la alcoba que habitamos
Aquélla que llenamos de retratos prohibidos
De fotos virtuales
De ciegos laberintos
La puerta bien cerrada
Tan sólo con dos llaves
Soga en tu cuello
Cicatriz en el mío
Cuántas veces hube de abrir de nuevo aquella puerta
Y algunas, creo saberlo,
distinguí tu olor preciado entre mis cosas
O fue quizá tu olor
apenas percibido entre las gentes
quien me hizo dirigirme a nuestro espacio
Y tal vez un poco antes
de andar robando tiempos yo al ahora
tú perdiste unos segundos
en ese nuestro espacio
de evocadora magia
Mas ya hoy
Cuando un tono amarillento se apodera de tus cartas
Me conformo con bien poco
Y es bonito
saber que tras un número en mi agenda
Tras el monótono silbido de mi móvil
Correrás tú a responder a la llamada
Contenta de escuchar
la voz que en otro tiempo te hizo grande
Y a mí gigante
Sabiendo que hoy somos algo así
como viejos trovadores
dedicados a cantar melodías memorizadas
Lugares comunes que un día
tuvieron un sentido
Y sin embargo
Qué alegría saber que en otro mundo
hay ciudades habitadas
que nos quieren
Casi siempre sin buscarlo
E incluso, a veces, sin quererlo
Cuando ya ni el polvo queda del camino
De las tres es la que mas me ha gustado. Se percibe la lejanía de un bonito sentimiento.
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