Un desahogo no es un poema propiamente dicho. Es ese estornudo que alivia el repentino picor de nariz, el breve grito que te descarga al final del esfuerzo, la arcada que templa tu estómago...
A lo mejor ni siquiera debería llamarse poema, pero ¿quién puede juzgarlo...?
Allá va el décimosegundo, dedicado a todos los que huyen sin salir de casa:
Por nuestro aniversario
me regalé una flamante Wii
El motivo parecía claro:
Tener el mando a distancia más perfecto del mundo
Mas ambos conocíamos
la razón más ajustada:
Tener mi mundo a perfecta distancia de su mando
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