Eras esa niña de la playa de El Sardinero
en la gris instantánea doblada
en diagonal de surco ajedrezado
Cara de luna llena
Aroma de brea
Diminuta pella de sal de vida
Nada en ti anunciando
ni voz que presintiera
qué fue lo que ocurrió
Qué torció la boca transparente
antes de que la vida
te navegara hasta un muelle socavado
Quizá la traslúcida ventana del futuro
heló tus pasos en la arena
Y hoy, amada estatua de sal de muerte,
ni lo dulce de mi llanto
disuelve la avaricia en tu mirada
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